Reseñas en blanco y negro: Los olvidados - ENFILME.COM
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FICHA TÉCNICA
Los olvidados
Los olvidados
 
México
1950
 
Director:
Luis Buñuel
 
Con:
Estela Inda, Miguel Inclán, Alfonso Mejía, Luis Cobo
 
Guión:
Luis Alcoriza, Luis Buñuel
 
Fotografía:
Gabriel Figueroa
 
Edición:
Carlos Savage Duración:
85 min
 

 
Los olvidados
Publicado el 16 - Jul - 2010
 
 
  • El 9 de  noviembre de 1950 se llevó a cabo la premiere mundial de Los olvidados,  dirigida por Luis Buñuel, en un cine de la ciudad de México. Los olvidados es una película tan vigente que duele verla. Es, como escribió Paz, ?testimonio de nuestro tiempo.?  - ENFILME.COM
  • El 9 de  noviembre de 1950 se llevó a cabo la premiere mundial de Los olvidados,  dirigida por Luis Buñuel, en un cine de la ciudad de México. Los olvidados es una película tan vigente que duele verla. Es, como escribió Paz, ?testimonio de nuestro tiempo.?  - ENFILME.COM
 
 

Vigente a los 60

Por Roberto Garza 

El 9 de noviembre de 1950 se llevó a cabo la premiere mundial de Los olvidados, dirigida por Luis Buñuel, en un cine de la ciudad de México. Hasta donde sabemos, la reacción de buena parte de los asistentes al término de la función fue tan obscena y ridícula, que relatarla me provoca una extraña mezcla de gracia con vergüenza.

Transcribo un breve pasaje de lo que escribió el propio Luis Buñuel sobre aquella inolvidable premiere en Mi último suspiro, su libro de memorias: “Al término de la proyección, mientras que Lupe, la mujer de Diego Rivera, se mostraba altiva y desdeñosa, sin decirme una sola palabra, otra mujer, Berta, casada con el poeta Luis Felipe, se precipitó sobre mí, loca de indignación, con las uñas tendidas hacia mi cara, gritando que acababa de cometer una infamia, un horror contra México. Yo me esforzaba en mantenerme sereno e inmóvil, mientras sus peligrosas uñas temblaban a tres centímetros de mis ojos.”

La escena, hilarante y aterradora al mismo tiempo, es un retrato atemporal de una faceta bastante incómoda de la idiosincrasia de los mexicanos: el complejo de inferioridad. La gente que atacó a Buñuel el día de la premiere, así como la prensa, los sindicatos y las asociaciones que exigieron su inmediata expulsión del país, simplemente no soportaron que un extranjero, ¡un español!, hiciera una película tan poderosa sobre la podredumbre moral y social en nuestro país.

Lo que más indignó a la gente, sin duda, fue que Buñuel mostrara a una mexicana (desalmada) que rechaza a su hijo, como lo hace la madre de Pedro, el personaje principal del filme. De hecho, durante la filmación, la peluquera presentó su renuncia porque aseguraba que ninguna madre mexicana se comportaría así. Buñuel le mostró un periódico que informaba sobre una que días antes había tirado a su hijo pequeño por la portezuela del tren.

Luis Buñuel no se inventó nada de lo que pasa en Los olvidados. Durante medio año, unas veces con su escenógrafo, el canadiense Edward Fitzgerald, otras con Luis Alcoriza, pero generalmente solo, el cineasta se dedicó a recorrer las ciudades perdidas de la zona metropolitana, tan similares a las que vemos hoy en día. Según narra en sus memorias, se iba vestido con sus ropas más viejas, observaba el comportamiento de la gente, hacía preguntas, tomaba fotografías y anotaba todo en un cuaderno.

Pese a que su equipo de filmación sabía que el guión se sostenía sobre una base de realismo bien documentada, durante el rodaje Buñuel percibió y recibió diversas muestras de hostilidad de su propia gente. Un técnico, por ejemplo, le preguntó un día: “¿Por qué no hace una verdadera película mexicana, en lugar de una película miserable como ésta?”

Otro dato importante es que el productor, Oscar Dancigers, le pidió a Buñuel que filmara un final alternativo, en el que Pedro mata al Jaibo y regresa a la correccional de menores (en el original el Jaibo mata a Pedro). Este rollo se mantuvo enlatado hasta el 2003, cuando Los olvidados ingresó al registro Memoria del Mundo de la UNESCO. Ese año, se exhibió en la Cineteca Nacional una versión con los dos finales.

Regresemos a 1950. El rechazo social a Los olvidados se reflejó durante los cuatro días que duró en cartelera. Los exhibidores, presionados, ni siquiera la dejaron vivir una semana. Pero la suerte de la película cambió radicalmente unos meses después, cuando fue seleccionada para competir en el Festival de Cannes. Durante las funciones, Octavio Paz repartió personalmente un lúcido ensayo que escribió sobre Luis Buñuel y Los olvidados. En términos generales, la crítica en Cannes fue muy favorable y Buñuel recibió el premio a Mejor Dirección.

En una carta fechada el 11 de abril de 1951, Octavio Paz le platicó a Buñuel las reacciones del público durante una de las funciones de Los olvidados en Cannes: “Ayer el teatro estaba lleno como en sus grandes días. Algo iba a pasar (…) El público aplaudió varios fragmentos: el del sueño, la escena erótica entre el Jaibo y la madre, la del pederasta y Pedro, el diálogo entre Pedro y su madre, etc. Al final, grandes aplausos. Pero sobre todo, una profunda, hermosa emoción. Salimos, como se dice en español, con la garganta seca.”

Tras el éxito europeo, emanó otra oscura faceta de la idiosincrasia de los mexicanos: como por arte de magia cesaron los insultos en contra de Buñuel, los críticos más acérrimos se retractaron y Los olvidados se reestrenó en una magnífica sala de la Ciudad de México, donde permaneció una larga temporada.

¿No que Los olvidados deshonraba al país? No, para nada… ¿quién dijo tal infundio? Luego de la distinción en Cannes, tanto la prensa especializada como parte de la llamada clase intelectual mexicana se refirieron a Los olvidados como una “joya del cine mexicano”, realizada por el “mexicano” Luis Buñuel (obtuvo la nacionalidad en 1949). A esto, en el argot político, se le llama chaqueteo.

En cambio Octavio Paz, pensador de altísimos vuelos, esquivó el falso nacionalismo y descifró la universalidad del filme: “Esos niños son mexicanos pero podrían ser de otro país, habitar un suburbio cualquiera de otra gran ciudad. En cierto modo no viven en México, ni en ninguna parte: son los olvidados, los habitantes de esas waste lands que cada urbe moderna engendra a sus costados”, escribió el célebre poeta.

Y vaya que tiene razón. Esos niños olvidados, marginados, no tienen nacionalidad ni pertenecen a una época específica. Hoy mismo, como hace 60 años, siguen siendo el despojo más cruel de la sociedad. ¿Cuántos jaibos, pedros, ojitos y ciegos pueblan las calles de las metrópolis modernas? Los olvidados es una película tan vigente que duele verla. Es, como escribió Paz, “testimonio de nuestro tiempo.”

 
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