Por Luis Vázquez (@wisgab)
¿Cuáles fueron las primeras secuencias animadas de la historia? Mucha gente piensa que las primeras animaciones se dieron tras la aparición del cinematógrafo de los hermanos Lumière. La verdad es que la magia de la animación lograda a través de la persistencia retiniana (fenómeno al que se le imputa la posibilidad de ver una secuencia de imágenes fijas como imágenes en movimiento) se logró mucho antes, a través de una serie de aparatos que incluso han sido considerados como precursores del cine, conocidos como “juguetes ópticos”.
El primer intento conocido de proyección de imágenes dibujadas en una sala oscura se remonta a 1640, cuando el alemán Athanasius Kircher inventó el primer proyector de imágenes: la linterna mágica.
Tiempo después, uno de los primeros sistemas conocidos para demostrar la capacidad de retención de una imagen en nuestros ojos y memoria consistió en utilizar un sencillo instrumento, el taumatropo, invención de John Ayton en 1825. Con este utensilio, que se puede construir fácilmente, se logra que dos imágenes se mezclen y confundan en una sola al girar rápidamente el frente y revés de un disco de cartón.
En 1832 el belga Joseph Plateau presentó el fenaquistiscopio, que consiste en una serie de dibujos que representan distintos momentos consecutivos de un movimiento, dispuestos en torno al centro de un disco. Al rotar el disco, se produce por persistencia retiniana la ilusión de movimiento, efecto que se refuerza con el segundo disco pintado de negro que contiene agujeros, a fin de que la vista se fije en el dibujo y no en el espacio intermedio.
Creado por W. G. Horner en 1834, el zootropo o “rueda de la vida”, también se basa en la persistencia de las imágenes en la retina. Consiste en un tambor cilíndrico ranurado en cuyo interior se coloca una tira de papel cuya longitud es igual al perímetro de la circunferencia interna del tambor. En dicha tira de papel se dibuja una figura en movimiento de la que se hacen tantas imágenes o fases de movimiento como ranuras tenga el tambor. Al hacer girar el tambor y observar su interior a través de las ranuras, se ve cómo las diversas figuras adquieren movimiento.
Algunos años más tarde, en 1877, Émile Reynaud, presentó una versión más perfeccionada, a la que denominó praxinoscopio. Ante todo, debe aclararse que Émile Reynaud tomando como base el zootropo, mediante la combinación de pequeños espejos situados en el interior del tambor y con la eliminación de las fisuras, logró hacer más flexible el movimiento aparente de las evanescentes figuras en cuestión. Posteriormente, metido ya en la vía del perfeccionamiento, crearía el denominado “teatro praxinoscópico”. Éste, todavía al servicio de un solo espectador, situaba la acción del personaje en el centro de una escenografía fina quince años antes de la primera proyección sobre pantallas normales.
Empeñado en llegar simultáneamente a múltiples espectadores, el inventor francés abandonó la idea de su pequeño teatro y combinó su praxinoscopio con una linterna mágica provista de dos lentes separadas para la proyección. A través de la primera lente fijaba sobre una pantalla la escenografía dibujada; mediante la segunda proyectaba el movimiento de las figuras, mientras hacía girar el invento. Se estaba ya en la antesala de lo que se llamaría el teatro óptico.
Reynaud fue el primero en proyectar una acción dibujada con argumento en una pantalla en lo que tituló sus Pantomimas luminosas. Éstas eran presentadas en el Museo de Cera Grevin de Paris, a finales del siglo XIX, hasta que la competencia de un novedoso artefacto llamado cinematógrafo, que mostraba imágenes fotográficas proyectadas a gran velocidad y que hacía parecer que cobraban vida en la pantalla, comenzó a robar la atención de sus espectadores y lo forzó a cerrar su espectáculo.
Y bueno, no podiamos terminar esta sección sin nombrar al más popular de todas estas invenciones. En 1868 John Barnes Linnet patentó el flip book. El juguete consiste en una serie de dibujos sucesivos encuadernados como un pequeño libro. Mientras una mano sujeta firmemente el flip book, el pulgar de la otra mano se desliza rápidamente de una página a otra, descubriendo a su paso una acción continuada, un dibujo animado.