Por Blanca Granados
Del 21 al 27 de febrero, 2013. Cartagena de Indias, Colombia.
A Cartagena no sólo todo el mundo quiere ir, sino todo el mundo quiere volver. Hechizados por la vida y la belleza de sus calles, la calidez de su gente, su música y los mil y un encantos evidentes y discretos de la ciudad amurallada, cada año cientos de representantes de la industria del cine dejan todo para ir al Festival de Cine de Cartagena, una escala puntal en la ruta de festivales, no sólo por su rigor en el contenido artístico –la curaduría de Mónica Wagenberg y Orlando Mora es impecable— sino porque el festival es escenario de una de las mejores fiestas de América Latina.
En la edición 53, el banquete cinematográfico contó con 140 películas de 32 países. Entre los highlights se incluyeron los tributos al actor Harvey Keitel y el director español Julio Medem; una retrospectiva al guionista de culto Paul Scherer, quien junto con Martin Scorsese marcó el cine de los setenta con los clásicos Taxi Driver (1976) o Raging Bull 1980; una retrospectiva al cine militante del haitiano Raoul Peck (Sometimes in April, 2005), y una retrospectiva al aire libre del cine de Vittorio de Sica, en la que Sophia Loren protagonizó Matrimonio a la italiana (1964), Ayer, hoy y mañana (1963) o Boccaccio 70 (1963). Uno de los muchos momentos de éxtasis en este festival fue pasar corriendo de una proyección a otra por la plaza de la Proclamación y ver los enormes ojos parlantes de Enzo Staiola en Ladrón de bicicletas (1948).
Por el festival de Cartagena han desfilado personalidades del cine como Greta Garbo, Robert De Niro, Jeremy Irons, Roman Polansky, Olivier Assayas, Isabella Rossellini, Geraldine Chaplin, y los mexicanos Gael García Bernal y Guillermo Arriaga.
Este año la lista de invitados incluyó al reconocido jugador de fútbol, Eric Cantona, exjugador del Manchester United, y al chileno Carlos Cazely, con el documental Los rebeldes del fútbol, de Guilles Perez y Guilles Rof; Catalina Sandino con la película Roa; Martina García y Luis Tosar, con Operación E; la cantante cubana Cucu Diamantes, con Amor crónico, y el artista plástico Bel Borba, que además de presentar el documental inspirado en su obra, Bel Borba aquí, aprovechó su paso por Cartagena para dejar su inscripción propia con instalaciones y un gran mural en el pintoresco barrio de Getsemaní. Otro invitado este año fue Aaron Ekckart, el legendario Harvey Dent de Batman, el Caballero de la Noche.
Cartagena es una ciudad donde el glamour y la rumba van de la mano, y a todos los que vimos durante el día presentando sus películas, los encontramos de noche en cualquiera de los emblemáticos sitios del barrio de Getsemaní, ya sea bailando salsa en el consentido Quiebracanto o bien en el Café Havana, donde tocan las mejores orquestas de salsa de la ciudad. Los otros dos lugares esenciales son Bazurto o Mala Gana… o de plano haciendo el recorrido nocturno por cada uno. Porque si hay una cosa cierta es que en Cartagena son muy largas.
Cine Gratis
Existen festivales de industria como Cannes o festivales donde el público es importantísimo, como Toronto, pero hay pocos festivales que son absolutamente públicos. Es decir, completamente gratis.
Mónika Wagenberg, quien se unió al equipo FICCI en 2010 como directora artística, entendió mejor que nadie que no importan los esfuerzos que hagan los organizadores de un festival por llevar no sólo excelentes películas sino también a sus creadores para compartir la magia del cine, si las salas están vacías. Para ella, la labor fundamental de un festival de cine es cultural, esa posibilidad única que tiene el cine para llevarnos de paseo por el mundo el entero con sólo sentarnos en una butaca.
Uno de los primeros y radicales cambios que propuso a su llegada como directora fue proyectar todos los documentales gratis. Un año antes, suele contar, una de sus más traumáticas experiencias como programadora fue llegar a presentar un documental con todo y el director, y encontrar tres personas en la sala.
FICCI ya tenía un programa cuyo objetivo era llevar cine a los barrios más pobres de las afueras de Cartagena; pero esta propuesta de llevar los barrios al cine, fue todo un éxito. “Entonces se demostró que la gente sí quería ver cine, pero no tenían los medios”, comenta Wagenberg.
La gerente del festival Lina Rodríguez y Mónika Wagenber buscaron el apoyo de las universidades y centros de enseñanza que prestaron sus buses para ampliar la vinculación del festival con un nuevo programa: De los barrios al cine.
Pero en 2012 la apuesta fue total. Cine gratis. Todo el programa gratis. “Sin lugar a dudas lograr ofrecer la totalidad del festival gratuitamente, fue el gran logro del 2012. Sin embargo, abrir sin costo las puertas de nuestras funciones, nos creó un reto”. Mucha gente se quedó afuera. El sueño de cualquier director de un festival de cine se había cumplido: salas abarrotadas y colas enormes. Así que en 2013, aumentó el número de proyecciones en un 60 por ciento. Con 290 proyecciones en total, casi 50 películas diarias en salas de cine más tres proyecciones diarias al aire libre, un espectador normal -si se organiza bien-, puede ver entre cinco y seis películas al día, un menú tan vasto como en los grandes festivales.
“Esperamos que con estos esfuerzos –doblar el número de proyecciones- las salas se mantengan llenas y la audiencia no se quede por fuera. Porque si bien el festival es punto de encuentro para cineastas, productores, distribuidores, actores, y demás profesionales de la industria, es la audiencia, para quienes, a fin de cuentas, hacemos el festival”, comenta Wagenberg. A sus 53 años, el Festival de Cartagena, ese legado que dejó Víctor Nieto, está más vivo que nunca.
Colombia al 100
Hoy en día ya no es raro encontrar producciones colombianas en los programas de los grandes festivales de cine como Cannes, Berlín y Toronto. Colombia, un territorio cada vez más importante cuando se habla de cine latinoamericano, vive un momento de revitalización del cine nacional, tiene una ley de cine que ha dado solidez y continuidad al crecimiento de la industria y la cantidad y la calidad de las películas es obvia.
Este año, la película de apertura fue la colombiana Roa, de Andy Baiz. Roa es una película de época que recrea un momento histórico de Colombia: el asesinato del candidato presidencial Jorge Eliecer Gaitán a manos de Juan Roa Sierra en 1948. Escoger una producción colombiana para abrir el festival ha sido una de las apuestas artísticas que Mónika Wagenberg desde que tomó las riendas del festival. Evidentemente uno de los platos fuertes y mayores atractivos del FICCI para los programadores y distribuidores de todo el mundo es Colombia al 100, una sección enfocada en la producción nacional.
“Nos enorgullece ver cómo nuestra consentida competencia Colombia al 100 se continúa fortaleciendo. Contamos con catorce filmes en una sólida sección que nos obligó a dejar varios títulos por fuera, evidencia de la buena situación que vive el cine colombiano. Que nueve de ellos sean estrenos mundiales nos permite que el festival se consolide como parada inevitable de la industria internacional interesada en el cine de la región”, dice Wagenberg. Este año, la ganadora de esta sección fue Anina, una película animada que tuvo su estreno en mundial en el festival de Berlín.
Definitivamente 2013 se suma como un año más de éxito para el festival más antiguo de América Latina, y cómo no, con un equipo liderado por Mónika Wagenber y Lina Rodríguez… un buen pronóstico para los años que vienen. ¡Enhorabuena!