Lee aquí nuestra entrevista con Melina León
Georgina (Pamela Mendoza) y Leo (Lucio Rojas) se ven obligados a mudarse a las afueras del desierto de Lima, en Perú, para escapar de la violencia que se apodera del país. Sin apoyo ni acceso a la atención médica, la mujer da a luz en una clínica no oficial sin llegar a conocer al recién nacido. Ante la desaparición del niño, ninguna autoridad en la ciudad le brinda atención a Georgina, quien lucha por transformar el agudo dolor en determinación para encontrar a su hijo. Únicamente Pedro (Tommy Párraga), un periodista interesado en las injusticias sociales, la acompaña en su calvario.
Inspirada en la labor periodística que su padre llevó a cabo hace poco más de tres décadas, la cineasta Melina León reconstruye la atribulada década de los ochenta para centrarse en una mujer que padece los estragos del tráfico ilegal de niños. A partir de las imágenes de apertura, Canción sin nombre (2019) configura rápidamente su estilo y contexto. En lo que parece ser una vieja pantalla de televisión aparecen imágenes de titulares de periódicos que detallan la enorme inflación, los cortes de energía, los toques de queda, la violencia atribuida al grupo insurgente Sendero Luminoso, los rebeldes encendiendo carteles que proclaman “viva el marxismo” mientras los niños desnutridos se consumen en las camas de los hospitales. Filmada en blanco y negro, y con una relación de aspecto 4: 3, la cámara del cinefotógrafo Inti Briones se concentra en los puntos de vista de cada personaje, sumergiendo a los espectadores por completo en su mundo y sus luchas. El encuadre cuadrado y cercano a los rostros también crea una claustrofobia que resalta las amenazas de la ciudad, quitando la visión periférica de lo que hay en cada escalera y en cada esquina. Sin embargo, cuando León recurre a los planos abiertos, es para pintar un paisaje como si fuera un sueño recordado a medias, manteniendo el fondo brumoso y los personajes minimizados frente a la monumentalidad de su entorno. En este sentido, la cinematografía monocromática, pulcra e inmaculada abraza el tono melancólico y elegíaco del relato, pero es la investigación previa y el enfoque compasivo de la directora las que terminan por configurar una contundente y desgarradora tragedia sobre el abandono y la marginación.
Disponible en Netflix