En 2007, Destiny (Constance Wu) está tratando de hacer una carrera como stripper en la ciudad de Nueva York, pero es incapaz de ganar mucho dinero debido a su ingenuidad e inexperiencia. Con el objetivo de una vida mejor mientras cuida a su abuela, Destiny pronto se sorprende por Ramona (Jennifer Lopez), la más experimentada del club nocturno, que toma a al recién llegada bajo su tutela, enseñándole sus movimientos más sensuales de pole dance y, sobre todo, cómo lidiar con los hombres agresivos que creen que con el dinero pueden obtener cualquier cosa. Convirtiéndose rápidamente en amiga de Ramona, la vida de Destiny cambia con la nueva afluencia de dinero, lo que le da una idea de la buena vida. Después del colapso financiero de 2008, todo cambia para Destiny, quien se encuentra con medios limitados para seguir adelante. En un nuevo plan, las dos mujeres pretenden seducir y drogar a los depredadores de Wall Street, maximizando sus tarjetas de crédito en el proceso. Una vez más, el dinero comienza a rodar, y mientras Destiny ama el flujo de efectivo, ella observa cómo Ramona comienza a expandir su imperio criminal, volviéndose imprudente a medida que el número de víctimas aumenta exponencialmente.

En sus dos filmes anteriores (Seeking a Friend for the End of the World, 2012; The Meddler, 2015), la cineasta Lorene Scafaria evidenció el buen manejo narrativo de cómo las circunstancias extraordinarias afectan las relaciones íntimas para comprender el comportamiento humano durante etapas de soledad, estrés y obstáculos que orillan a los personajes a callejones aparentemente sin salida. Scafaria recupera la misma sensibilidad en Estafadoras de Wall Street (Hustlers, 2019) para, a partir de sucesos de la realidad -descritos en The Hustlers at Scores, un texto de Jessica Pressler publicado por New York Magazine en 2015-, confeccionar una fábula moderna sobre la ambición durante el colapso financiero de 2008. Aunque en un principio el filme tiene la apariencia de ser una saga de strippers que buscan venganza en hombres millonarios y lujuriosos, la guionista y directora está completamente comprometida en explorar las preocupaciones del mundo real, renunciando a una psicología superficial. Scafaria nunca objetiva o degrada a sus personajes; ciertamente hay una gran cantidad de desnudos femeninos y situaciones sexuales, pero las mujeres no están posicionadas como objetos para ser vistos, su desnudez y cómo ejercen su sexualidad es simplemente parte de su trabajo. Y esa distinción entre objeto y persona, especialmente en una historia sobre strippers, es uno de los elementos más destacados del filme. En manos de otro escritor y director, Estafadoras de Wall Street podría haber sido fácilmente una película menor con poca información sobre lo que hace que estos personajes funcionen. Pero el guion de Scafaria se centra más en las personas multifacéticas que crearon esta estafa al estilo Robin Hood, y esa historia incluye una reflexión sobre la lealtad, la solidaridad y la amistad, un núcleo emocional que funciona debido a las importantes contribuciones de Jennifer Lopez y Constance Wu que logran encarnar las complejas personalidades de las dos protagonistas.