Karla (Halle Berry) es una madre divorciada que trabaja como mesera en un restaurante soportando a jefes prepotentes y clientes irrespetuosos. Con un ínfimo salario, lucha por llegar a fin de mes para poder mantener a su hijo, Frankie (Sage Correa). Además, enfrenta una batalla legal contra su exmarido por la custodia del niño. Una tarde, mientras pasa tiempo con su hijo en el parque, Karla se distrae, lo pierde de vista y después de unos segundos se percata que un desaliñado hombre sujeta al pequeño y lo lleva al interior de un automóvil. De inmediato, Karla se sube a su coche para perseguirlo y así comienza una violenta persecución para recuperar a Frankie.
Los primeros 20 minutos de Mujer en llamas (Kidnap, 2017) logran, de manera eficiente, plantear el personaje de Karla como una mujer que no toma la ruta sumisa; se niega a pedir disculpas por órdenes erróneas y no se inclina ante la presión de los demás. El fuerte carácter de Karla nos permite, entonces, saber cómo reaccionará cuando su hijo es secuestrado. Ella decide comenzar una persecución de manera salvaje y visceral. Sin embargo, el director Luis Prieto (Pusher, 2012) decide plagar todo este trayecto con choques automovilísticos y accidentes en carretera que paulatinamente le restan fuerza, intensidad e interés a las introspecciones y ansiedades de la protagonista. El guion avanza sin contratiempos, pero lo hace a costa de la introducción de elementos incongruentes (el coche de los secuestradores no tiene placa de matrícula, la policía es totalmente inútil, no hay recepción del teléfono). A lo largo de la persecución, la madre mantiene monólogos que sólo describen algunos de los detalles que previamente hemos visto en pantalla, mientras que Halle Berry le da rienda suelta a su exagerado dramatismo con una exposición febril de lágrimas y caras de preocupación.
Fecha de estreno en México: 17 de agosto, 2017.