Pauline (Mylène Farmer) y sus dos hijas adolescentes -Vera (Taylor Hickson) y Beth (Emilia Jones)- se dirigen hacia su nuevo hogar en una zona rural de Illinois. Aprendemos rápidamente que la hermana mayor, Vera, se ha visto obligada a dejar atrás a su novio, y no solo está amargada, sino que está celosa de su hermana, que cree que, a pesar de ser un poco extraña -debido a su fascinación por la literatura de terror y en particular del trabajo de H.P. Lovecraft-, es la favorita de su madre. Pauline, mientras tanto, no muestra ninguna preferencia ni favoritismo hacia alguna de ellas, aunque apoya totalmente a Beth en su deseo de convertirse en escritora. de su hija de ser la próxima H.P. Lovecraft. El trío se dirige hacia una carretera desolada, se les acerca un extraño y escalofriante camión de helados, engalanado con falsas sirenas de policía y deslumbrantes luces navideñas, que parece permanecer junto a ellos más de lo necesario antes de desaparecer en el polvo. Olvidando la rareza del suceso y en plena noche, la familia llega a la pintoresca casa que está llena de antigüedades, incluyendo una abrumadora colección de muñecas. Mientras se instalan en su nuevo hogar, Pauline, Vera y Beth son atacadas por dos misteriosas personas que se asemejan a una bruja (Kevin Power) y un ogro con paladar hendido (Rob Archer).
Refinado y retorcido, con una propuesta estética y un relato sombrío, Pascal Laugier ha demostrado tener un enfoque atrevido para el horror; luego de ver su filme Martyrs (2008), los amantes del género son muy conscientes de ello. El éxito o el fracaso de Pesadilla en el infierno (Incident in a Ghost Land, 2018) radica en qué tanto el espectador se adentra en la experiencia desde el lado ciego, así como en la capacidad del director para seguir el flujo de la historia incluso cuando, a veces, nada parece tener sentido. Esto quiere decir que el filme tiene algunos giros y vueltas de tuerca -algunos más afortunados que otros- que hacen que su línea de tiempo sea una montaña rusa. Sin embargo, conforme se embonan los eventos de dos líneas temporales distintas -que involucran a las versiones adultas de Vera (Anastasia Phillips) y Beth (Crystal Reed)- el relato adquiere el sentido suficiente para comprender que se trata de un viaje a través de la psique de las víctimas y, por lo tanto, muchas de las explicaciones están vinculadas con las ilusiones, pensamientos, invenciones y proyecciones de las protagonistas. En una escena desgarradora (donde la música, espeluznante e intrigante de la mejor manera posible se detiene súbitamente para dejar al espectador en el sótano con las dos adolescentes maltratadas), Vera le dice a su hermana que ella ha sido la muñeca sexual del ogro y, ahora, Beth será la próxima. Esta escena revela al espectador una horrible verdad: Vera tiene cicatrices físicas y psicológicas, como lo ha visto Beth durante sus alucinaciones para escapar de la realidad. Su rostro está arruinado (el departamento de maquillaje hizo un trabajo igual de eficiente y verosímil como en Martyrs), su alma está dañada, la esperanza está perdida. El grito de Beth, que llega tan pronto como se da cuenta del infierno por el que pasó su hermana, es un golpe brutal y desesperanzador en el estómago del espectador. Sin embargo, Beth se vuelve fuerte para proteger a su hermana y lucha para salvarla.
Fecha de estreno en México: 12 de julio, 2018.