Ve aquí nuestra entrevista con Joshua Oppenheimer.
Para cualquiera que no haya asesinado (que somos la mayoría de los seres humanos), el acto de matar permanece como un misterio. ¿Qué mecanismos hay detrás de la mente de alguien que es capaz de accionarse a sí mismo en contra de la vida de alguien más? Joshua Oppenheimer desentraña este enigma en un contexto muy particular y con un experimento puramente cinematográfico. El resultado es estremecedor. “Horroso y surreal” dijo Herzog al verla.
En 1960, en épocas de la Guerra Fría, en Indonesia, Pancasila Youth, un grupo paramilitar, se dedicó a matar comunistas. Asesinaron a más de un millón de personas a sangre fría; fue un genocidio de uno a uno (no como los campos de concentración). En la Indonesia actual, Oppenheimer reúne a un grupo de estos asesinos y les pide que recreen los homicidios como deseen hacerlo. El resultado es variado: va desde anécdotas relatadas, descripciones de métodos infalibles, precarias puestas en escena, elaboradas puestas en escena (algunas inspiradas por películas de Hollywood, al igual que muchos crímenes), y escenarios imaginarios en los que los homicidas se reúnen con sus víctimas. La jactancia atroz y escalofriante de los culpables –que se asumen pequeños héroes– respaldada por la postura actual gubernamental y de los medios es indignante y perturbadora. Todo el documental es un despliegue hipnótico y avasallador del poder del cine –en su mejor y su peor sentido. Especialmente hacia el final, cuando uno de los asesinos, el más articulado, en una imitación de una película de gangsters, interpreta el papel de víctima.
SOR (@SofOchoa)
Minicrítica realizada durante el 28 Festival Internacional de Cine de Guadalajara