El cine, cuando simplemente se trata de contar historias, suele recurrir a una narrativa lineal (cronológica) que facilita el entendimiento de un público al que se menosprecia o, cuando menos, a cuyo entendimiento y capacidad de abstracción no se le tiene confianza. La naturaleza misma del cine, empero, permite a los filmes una enorme capacidad de movimiento y herramientas para articular tanto la propuesta visual como el discurso que se quiere exponer. La forma en que el cine retrata, moldea, deconstruye, manipula, reorganiza, esculpe (diría Tarkovsky) el tiempo (y dentro de él, el espacio) se constituye en el elemento crucial que fundamenta la esencia de este arte. Hay, por fortuna, realizadores que así lo entienden y siguen empeñados en defender la auténtica naturaleza del cine, del buen cine.
eyelet y EnFilme les proponemos cinco destacados filmes que en su momento, por breve espacio de tiempo estuvieron dentro de la cartelera en los cines de México y de otros países de Latinoamérica, pero que desde entonces ha sido casi imposible poder volver a verlos, y mucho menos con el nivel de calidad que aquí les ofrecemos.
A los lectores de EnFilme, les ofrecemos que puedan ver dos de estos formidables filmes de manera gratuita, dándose de alta en eyelet utilizando el código: enfilme
Cosmos (Dir. Andrzej Zulawski, 2015)
Después de 15 años de ausencia en la escena cinematográfica, el fallecido cineasta polaco, Andrzej Zulawski, elaboró Cosmos (2015) –basado en la novela de Witold Gombrowicz– una película compleja, inquietante y enigmática que retoma muchos elementos del teatro surrealista del absurdo. “Abandonad toda esperanza, vosotros que entran aquí”; las palabras de Dante embonan perfectamente con la propuesta de Cosmos, principalmente si el espectador tiene la esperanza de hallar realismo, verosimilitud y una narrativa lineal. La frase del poeta italiano también describe a los dos jóvenes protagonistas, Witold y Fuchs, que ingresan en una pequeña casa de los horrores, con un jardín donde se producen hechos inquietantes que suenan como advertencias macabras, una dimensión claustrofóbica con reminiscencias a los espacios de El ángel exterminador (1962) de Luis Buñuel.
Luis Fernando Galván
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Post Tenebras Lux (Dir. Carlos Reygadas, 2012)
A estas alturas de la historia del cine, debería ya estar rebasada la consideración de si un filme es difícil o es accesible; cuando menos en términos del cine de autor y, más allá de filias y fobias, sería mezquino negarle ese título a Reygadas. Por lo tanto, Post Tenebras Lux no debe observarse, ni analizarse, desde su capacidad de ser digerida. Es definitivamente una película que debe ser sentida por quien la ve, y es por eso que exige de la identificación del espectador; no necesariamente en cuanto a reconocerse en las viñetas o secuencias imaginadas o recordadas por el director y puestas en pantalla, pero definitivamente sí en términos de que quien la ve repare en que la conjunción de eventos planteados ante sus ojos y oídos guardan similitud con la forma en que concibe su propia vida. Lo que resulta inverosímil no es comprender lo que acontece en Post Tenebras Lux, sino que en el 2012 haya a quienes les cueste tanto trabajo asimilarlo… Lo que hace trascender a este filme, es la forma en que Reygadas complementa el esbozo de trama con una variedad de secuencias que integran recuerdos y demás juegos de la mente: sueños, deseos, proyecciones de un futuro ansiado que quizá nunca se consuma y, claro, también temores. No importa del todo distinguir qué es qué, aunque la edad de los niños, o el cabello de Juan puedan aportar esas pistas que los despistados buscan. Resulta, de cualquier forma, irrelevante en buena medida. Lo sustancial es la forma en que el realizador compagina unas con otras, y el resultado es satisfactorio en la mayoría de los casos. La vida, con sus placeres, miedos, razones, sinrazones e incongruencias, palpita en el filme de Reygadas, como lo hace en nuestra realidad.
Alfonso Flores-Durón y M.
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Rey (Dir. Niles Atallah, 2017)
Rey está claramente dividida en capítulos que le permiten al cineasta chileno nacido en California, Niles Atallah, barajear los tiempos y crear frecuentes saltos temporales –un constante vaivén de pasado a presente, y viceversa– para mostrar el proceso de un hombre lastimado por las autoridades chilenas, su condena, sus motivaciones, su exilio y sus intentos de regresar a la Patagonia para recuperar el poder de su reino. La figura del aventurero es vista por Atallah especialmente en sus connotaciones románticas: un héroe solitario, capitán de un sueño, que está convencido de que posee una capacidad casi divina para convertirse en el líder inmortal y moral que los mapuches y araucanos necesitan; una visión completamente opuesta a la que las autoridades tienen de él, pues lo consideran un espía, un charlatán y un loco visionario, pero peligroso. Rey alcanza las dimensiones de lo que significa ser un fascinante monstruo.
Luis Fernando Galván
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En otro país (Dir. Hong Sang-soo, 2012)
Hong Sang-soo suele elaborar sus relatos con fuerte presencia de un sentido del humor, y un gusto por estructurar la narrativa dependiente de la imaginación y la memoria. O ambas amalgamadas, borrando los confines de una y otra. En En otro país, lo hace a través del ejercicio de una chica que intenta escribir un guión, teniendo como fundamento la visita de una francesa (todas sus versiones interpretadas por Isabelle Huppert) a un pueblo surcoreano (Mohang), desdoblándolo en tres historias diferentes: en la primera, siendo ella una directora de cine; en la segunda, una mujer casada que se da una escapada de la ciudad para encontrarse ahí con un famoso director de cine también surcoreano; en la tercera, una mujer recientemente abandonada por su marido, que busca la ayuda de un monje para evitar la depresión. En las tres, la mujer se cruza con los mismos personajes, y en las tres se plantean reflexiones acerca de cómo se ven los coreanos a sí mismos. La importancia del contexto hace que cada una de las tramas tome su propia trayectoria a destinos distintos, y en cada una los gags prensan, con desigual fortuna, las cavilaciones de Sang-soo.
Alfonso Flores-Durón y M.
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Victoria (Dir. Sebastian Schipper, 2015)
En un acto de justicia, el primer crédito en aparecer en la pantalla al concluir el filme es el del camarógrafo, Sturla Brandth Grovlen, pues él lleva sobre los hombros el peso de toda la película que fue filmada en una sola toma, durante 134 minutos a lo largo de 22 locaciones. La proeza del director y actor, Sebastian Schipper, es atajada con constancia gracias a la coordinación del equipo que ejecuta la coreografía con fluidez. Además del trabajo del camarógrafo, sobresale el de los actores que improvisaron a partir de las líneas sustanciales marcadas por el guión. El filme inicia a las 4:30 am, cuando apenas hay luz, lo que de alguna forma le da más libertad a todos menos a los espectadores, que debido a la oscuridad, se les obliga a imaginar buena parte de lo que sucede en pantallaLa originalidad formal no compensa la escasez de temas ni la fórmula sobre la que trabaja este thriller en el que cada vuelta de tuerca es cada vez menos verosímil, lo que no necesariamente lo hace menos predecible ni más sustancial.
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