Venecia 2021. 'Spencer' de Pablo Larraín, 'Madres paralelas' de Pedro Almodóvar y 'Fue la mano de Dios' de Paolo Sorrentino - ENFILME.COM
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Venecia 2021. 'Spencer' de Pablo Larraín, 'Madres paralelas' de Pedro Almodóvar y 'Fue la mano de Dios' de Paolo Sorrentino
Publicado el 03 - Sep - 2021
 
 
Con alabanzas de la crítica se ha presentado el filme de Pablo Larraín sobre Lady Diana. - ENFILME.COM
 
 
 

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En el segundo día de la competencia de la 78ª edición del Festival de Cine de Venecia se ha presentado el esperado filme del chileno Pablo Larraín, Spencer, la peculiar biopic que se centra en tres días de la vida de Lady Diana Spencer, entonces Princesa de Gales. Así la ha recibido parte de la crítica. 

Spencer, Dir. Pablo Larraín

Spencer, el filme que Pablo Larraín está presentando en competencia en Venecia, no pudo haber llegado en un momento más conmovedor. Sus temas de absoluta actualidad, tomando en cuenta las broncas de la familia real británica, mientras que el filme estrena veinticuatro años después de la muerte de su sujeto de estudio, la Princesa Diana, en un accidente automovilístico en París, literalmente en vísperas del inicio del festival de 1997. Debido a la figura de Diana, el filme atraerá audiencias que trascenderán el habitual distrito electoral del maestro chileno, aunque algunos espectadores se sorprenderán al ver lo distante que este filme de arte está de la telenovela de lujo para la televisión que es The Crown.

Una pieza de compañía en la carrera de Larraín más que persuasiva para el retrato previo de un ícono femenino en crisis, Jackie (2016), filme que juega con y deconstruye el repertorio familiar de mitos e imágenes de Diana, para ofrecer una visión empática e inteligente sobre la prisión de fama y privilegio, con Kristen Stewart brindando una interpretación protagónica que es frágil, tierna, en ocasiones juguetona y no sin su halo de misterio, también.

 - Jonathan Romney, ScreenDaily

★★★★★

Trabajando en un afilado guion de Steven Knight, el director chileno Pablo Larraín le da vuelta a las ocho columnas y los escándalos para convertirlo en una auténtica pesadilla gótica, un filme tan opulento como un palacio de hielo con sombras de Rebecca (de Hitchcock) en los bordes y un agradable eco ligero del absurdo en su retrato de la realeza. La forma en que Larraín aborda su material es rica y embriagadora y, en todos sentidos, magnífica. No la llamaré majestuosa. Eso le haría un deservicio a este filme implícitamente republicano.

Recién bajada de un avión desde California, Kristen Stewart se muestra totalmente convincente en su personaje. Nos entrega una incómoda, afectada interpretación como Diana, exactamente como debía ser si consideramos que Diana brindó una incómoda y afectada interpretación de sí misma, también, adornado su innata esencia fresa (clase alta) con estudiadas jugarretas. Cuando se quebró, perdió el equilibrio, era como ver a una de Las mujeres perfectas (The Stepford Wives) trastabillar. Pero Stewart efectivamente captura la agonía de una mujer tan programada y aislada que siente no tener escapatoria y ha perdido la noción de quién realmente es. Los sirvientes (muy bien interpretados por Sally Hawkins y Sean Harris) quieren ayudarla pero son parte de esa maquinaria que ella detesta. Ellos saben que si Diana se derrumba, el mecanismo también lo hará. Lo que importa sobre todas las cosas es que la mujer se mantenga activa.

Tenía que ser un extranjero quien hiciera un filme tan poco reverencial como Spencer, que se atreve a examinar la realeza como si fueran especímenes a través de un microscopio. En el corazón, por supuesto, el relato de Larraín y Knight es absolutamente absurdo. Es una tragedia acerca de una princesa echada a perder que arremete contra la servidumbre; el thrilleer acerca de una mujer que tiene solo diez minutos para enfundarse en su vestido antes de que la cena navideña sea servida. ¿Pero de qué otra forma podría ser abordado? La monarquía en sí misma es absurda. Spencer presenta a toda la institución como poco más que un tonto juego de vestimentas, una farsa que para sobrevivir depende en seguir el juego y apuntalar la ilusión, el viejo brocado envuelto en polilla. Todo aquel que no sufre el ostracismo, es atropellado o arrojado al frío, con el espantapájaros y los faisanes, y los temblorosos guardias de seguridad. ¿Me matarán, tú qué dices?, dice Diana, medio en broma, y es tal el nivel de furia y tensión que al menos por un momento pensamos que bien podrían hacerlo.

 - Xan Brooks, The Guardian

Cualquier filme en el que una mujer que dejó una huella indeleble en la cultura popular del siglo XX encuentra alivio en el fantasma de Ana Bolena difícilmente será la biopic de la Princesa Diana que verían tus abuelos. La audacia del Spencer de Pablo Larraín y Steven Knight se sostiene en focalizarse rigurosamente a tres días durante un fin de semana navideño en el palacio de Sandrigham de la Reina Isabel II en Norfolk, a principios de los noventa, cuando el engaño de su matrimonio con el Príncipe Carlos se volvió intolerable. Etiquetada como “la fábula de una auténtica tragedia”, el fime es un estudio especulativo de una mujer al borde de un ataque de nervios, interpretada por una Kristen Stewart incandescente.

La secuencia que quizá levante algunas cejas encuentra a Diana caminando a lo largo del prado con su glamoroso vestido para la cena de Navidad, equipada con pinzas para cortar alambre y sus botas Wellington, para entrar a la casa tapiada en la que ella creció, que ahora se encuentra en escombros y tapizada de ratas. Podría ser un bizarro interludio incluso sin los encuentros espectrales, pero funciona para mostrar que en un nivel muy íntimo Diana sigue siendo la misma joven ingenua que firmó aquel contrato matrimonial. Un montaje onírico que se puede ver más adelante en el filme lo reafirma, simultáneamente representando su deseo por ser libre.

 - David Rooney, The Hollywood Reporter

 

 

madres paralelas

Madres paralelas, Dir. Pedro Almodóvar

★★★★

Mostrando una valerosa intepretación de Penélope Cruz, Madres paralelas moldea un bullicioso melodrama del intercambio de bebés al nacer, repleto de confusiones y dilemas morales, ocasionalmente inclinándose hacia la farsa. Pero las primeras impresiones suelen ser engañosas y el filme desmiente su presunción de alto concepto. Todos los recién nacidos, nos han dicho, cargan con los fantasmas del pasado en sus genes, y así sucede con lo más reciente de Almodóvar, que es complicado y subversivo; una autopsia de la historia negra española vestida como para un brillante baby shower. Es una película turbulenta. Los ingredienten no pegan del todo. Pero es tan generosa de espíritu que sería desagradecido quejarse. La mayoría de los directores dan tan poco. Almodóvar, por contraste, ofrece riqueza en sobreabundancia.

Confinada por buena parte del tiempo en pantalla a un rinconcito de Madrid, Madres paralelas de cualquier forma observa hacia el pasado y el futuro y después es que se atreve a unir los puntos entre uno y otro. Es un filme torcido por los sufrimientos y atravesado por la tragedia pero al final se retira con un mensaje de esperanza. La implicación de Almodóvar es sencilla: solamente confrontando los crímenes del pasado (ya sea recientes o históricos) es que los vacilantes ciudadanos españoles del presente podrán poner en orden su historia para, posteriormente, salir adelante.

- Xan Brooks, The Guardian

De entre las múltiples fuentes y formas de la cultura pop que Pedro Almodóvar ha vertido, como un chef un poco loco, hacia sus filmes, uno que surge con fuerte presencia es el de la telenovela. Frecuentemente he descrito su estética, sobre todo la de sus días de chico malo, como de Telemundo en peyote. Madres paralelas nos cuenta la historia de dos mujeres que dan a luz a sus pequeñas hijas exactamente al mismo tiempo (son compañeras de cuarto en una clínica de maternidad en Madrid), y es un filme de giros y vueltas constantes, de espesas complicaciones, de intenso drama familiar. Leyendo esto, podría pensarse que es un filme de alta comedia también, un guiso almodovariano maternal en clave de diva, frívolo e irónico.  Pero aunque Madres paralelas nos mantiene atrapados con cuanto sucede con la finura de un auténtico showman, no se trata de una comedia. No es una fiesta exagerada de Pedro. Es un filme descaradamente serio, uno esculpido con sencillez y una emotividad con pies en la tierra que evita toda distancia entre la audiencia y lo que sucede en pantalla.

 - Owen Gleiberman, Variety

Pedro Almodóvar ha confeccionado algunos filmes radicales y transgresivos en su época, pero es justo decir que Madres paralelas no es uno de ellos. Aunque de ninguna manera es una queja. La película ofrece muchos deleites, uno de ellos el que lleve a sus fans de regreso cómodamente a al ámbito de su familia cinematográfica.

Madres paralelas no se colocará dentro de los mejores trabajos de Almodóvar. La ya gastada trama es construida con elegandia, con un delicado balance entre la comedia y el drama, pero mientras que el guionista-director prueba una vez más que es un consumado contador de historias, los espectadores quizá quedarán menos enganchados por lo que le sucede a su protagonista que en cómo es que Almodóvar le imprime su propio sello a los tropos de melodramas antiguos. Pero por una vez (y, de nuevo, para nada es una queja), los personajes son todos gente tan decente  que nadie de ellos se ve que pueda ser amenazante para nadie más. De cualquier forma, el filme sí tiene sustancia y honestidad. 

- Nicolas Barber, Indiewire 

 

la mano de dios

Fue la mano de Dios, Dir. Paolo Sorrentino

★★★

A los 16 años, Paolo Sorrentino regresó a su casa solo para descubrir que sus padres habían muerto, víctimas de una fuga de óxido de carbono. En la noche de la tragedia, Sorrentino estaba en un estadio de futbol, viendo a Diego Armando Maradona jugar para el equipo local, el Nápoles. Tiempo después el italiano diría (no del todo en broma) que Maradona le salvó la vida.

Más de tres décadas después, como acto intermedio en una carrera que ya le ha entregado un Oscar, el realizador italiano ha dado unos pasito para atrás, retrasado el reloj y transformado el horror fundacional en una febril historia de maduración juvenil (coming of age). Fue la mano de Dios es, evidentemente, el filme más puramente personal de Sorrentino hasta el momento, casi hasta el grado de echar por la borda la fría distancia de La Grande Bellezza o Il Divo a favor de esta sudorosa evocación, en primer plano, de la juventud. Es un filme solo Sorrentino podría haber hecho. Aunque eso no necesariamente convierte sus manos en las más seguras para hacerlo.

Me alegra que Sorrentino haya sacado este filme de su sistema. Me imprsiona que haya emergido tan lleno de obsceno vigor; aún crudo en su recuento y condimentado con deliciosos ingredientes. ¿Resulta redundante preocuparme de que se encuentre tan cercano a su material? Su retrato de la adolescencia se siente adolescente también, repleta de llamativas caricaturas y una cruda visión de la política, muy sexualizada. Es una historia que Sorrentino ha hilado alrededor de eventos reales, la respuesta creativa a un desastre, con él mismo en el centro y todos los demás en su órbita. Se ha arrastrado en el fango. Ha sobrevivido y ha prosperado. Y ahora ha podido imprimir su propia leyenda a 10 pies de altura, en la pantalla.  

-Xan Brooks, The Guardian

 

Si La Grande Bellezza es el extravagante homenaje de Paolo Sorrentino a La Dolce Vita -con guiños también a 8 ½ y Roma- Fue la mano de Dios lo es a Amarcord, el filme italiano ganador del Oscar. Pero aunque la inspiración de Fellini es reconocida en la historia en la divertida escena de una audición, este es un filme intensamente personal, impreso además con la firma de Sorrentino. El regreso a sus raíces napolitanas para reflejar las experiencias de los tiernos años juveniles que lo moldearon ha hecho brotar suntuosas venas de alegría y tristeza que se sienten más ricas, profundas y más abrasadoramente conmovedoras que cualquier cosa que el director haya hecho hasta ahora.

Considerada para estrenar de forma limitada en Italia a partir del 24 de noviembre antes de llegar a Netflix a nivel mundial el 15 de diciembre, esta exquisitamente elaborada vuelta a casa es por un lado un himno a las glorias de Nápoles (la belleza de su costa, el esplendor decadente de su arquitectura, la vigorosa musicalidad de su comarca and la vitalidad y humor de su gente. Es el trabajo de un director en total control de sus talentos, desde las viñetas caleidoscópicas de la vida familiar que hacen de la primera parte una delicia constante, pasando por la flexible modulación de tono a la mitad, cuando la impactante tragedia provoca un cambio hacia un ambiente más rumiante.

No hay agrandamiento en la instrospección de Sorrentino, ni tampoco pegajoso sentimentalismo en su nostalgia. En cambio hay un íntimo candor que se acerca sigilosamente al espectador mientras la trama fragmentada termina uniéndose hasta crear algo especial, una historia de maduración marcada por tragedia indeleble, un inenarrable dolor que se convierte en compañero. La resonancia emocional es amplificada por las elegantes composiciones de la cinematografía de D’Antonio y el empuje melancólico del score de Lele Marchitelli.

- David Rooney, The Hollywood Reporter

 
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