Aquí puedes revisar toda la lista de filmes (algunos con tráilers) que se proyectaran en Venecia
En el marco de la 78ª edición del Festival de Cine de Venecia se ha dado el inicio de la proyección de los filmes en la competencia oficial con: The Power of the Dog, el más reciente filme de la cineasta neozelandesa Jane Campion.
The Power of the Dog, Dir. Jane Campion
★★★★
Es el primer largometraje de la directora desde Bright Star, del 2009, y se siente tan confiada y llena de texturas que nos recuerda lo que nos habíamos estado perdiendo. El paisaje sin ella se ha visto un poco árido y de mala muerte. Pongan a demasiados hombres a cargo del negocio y tarde o temprano el sistema entero colapsará.
The Power of the Dog adapta la novela de Thomas Savage, aunque también carga un tenue sabor a East of Eden de Steinbeck, o a Days of Heaven de Malick. Es un drama musculoso y melancólico acerca de la destrucción provocada por los hombres, bellamente encuadrado en tonos neutros y apagados con una cámara que circula la casa de rancho con un paso deliveradamente cauteloso.
En grados incrementales, Campion muestra las formas en que los hombres que supuestamante domesticarán la frontera, en realidad la rompen y abandonan a su propia suerte.
- Xan Brooks, The Guardian
Jane Campion se mete de lleno en el gótico norteamericano con una historia ubicada en los años veintes del siglo pasado que se siente como un Western de la vieja guardia filtrado a través de la mentalidad dramática y oscura de William Faulkner. De hecho, Campion ha adaptado The Power of the Dog de la novela norteamericana de Thomas Savage de 1967, recientemente redescubierta, que ciertamente recibirá un nuevo alud de interés una vez que este robusto drama del alto llano estrene en noviembre en cines, y en Netflix el mes siguiente.
Los seguidores de Campion quedarán fascinados al verla adoptar un lienzo adecuado para la vastedad del paisaje norteamericano, al tiempo que continua explorando sus intereses claves, notablemente las dinámicas de la disfuncionalidad familiar, los caprichos del deseo sexual y las debilidades del ego masculino, todos temas que surgen de forma emocionante en las dos temporadas de Top Of The Lake, su reciente drama para la televisión. El último tema es aquí personificado por una interpretación de Benedict Cumberbatch intensa pero adornada con matices, cuyo rango se expande forma intrigante y aquí produce una de sus caracterizaciones más inquietantes hasta el momento.
- Jonathan Romney, ScreenDaily
Doce años después de su más reciente largometraje, Jane Campion retorna de forma espeluznante con The Power of the Dog, un trabajo tan robustamente idiosincrásico, impredecible y avivado con una complejidad psicológica como cualquier obra previa dentro de la filmografía de esta admirada realizadora.
Se trata de un filme exquisitamente confeccionado, con un ritmo sin prisa que continuamente oscila mientras resonantes notas de melancolía, soledad, tormentos, celos y resentimiento emergen. Campion se encuentra en control absoluto de su material, excavando a profundidad en la turbulenta vida interior de cada uno de sus personajes con infalible sutileza.
- David Rooney, The Hollywood Reporter
The Card Counter, Dir. Paul Schrader
★★★★
Paul Schrader hace filmes acerca de almas perdidas en tormento con metas inalcanzables, el tipo de crudos purgatorios existenciales que le hablan a nuestros propios malos momentos.
The Card Counter nos entrega otro recuento estilizado, que se va gestando pausadamente, de su solitario samurai, una figura que puede aparecer en todos los rubros de la vida: como taxista (taxi driver), como dama de compañía, como drogadicto, como sacerdote. En esta ocasión es encarnado por un Oscar Isaac de ojos muy negros, que viste su estropeada chamarra de cuero como chaleco antibalas. William Tell (antes Tillich) es un veterano de Abu Ghraib y pagó ocho años por sus crímenes. Ahora se gana la vida en las mesas de juego y en las ruletas del centro de los Estados Unidos. El filme lo presenta paseándose por los centros comerciales de noche o merodeando los oscuros intestinos de casinos aquí y allá, con sus alfombras estampadas y sus pesadas cortinas negras. Estos lugares tienen luces flameando por doquier y de todos modos siempre parecen envueltos en sombras. Los apostadores, uno sospecha, cargan con su propia oscuridad.
Schrader dirige con el air de un hombre sin prisas que ya ha contado muchas veces variaciones de la misma historia. Las relaciones centrales pueden ser un poco esquemáticas, mientras que la trama zigzaguea la versomilitud. Y sin embargo el reparto mantiene todo muy honesto y hay mucho que saborear en la intensidad melancólica y meditativa del filme. En el mejor de los planos, The Card Counter es maravillosamente retro, como un film noir antiguo. En una época previa, con algunos retoques narrativos, el rol de William Tell pudo haber sido interpretado por un gruñiento Humphrey Bogart o un glacial Alain Delon.
- Xan Brooks, The Guardian
Estas son las reglas para el juego de Card Counter. Cuando veas a un personaje tomar un trago en el filme, tienes que igualarlo. Tom Collins con Tanqueray. Jack Daniels doble. Johnnie Walker doble. Manhattan. Agua mineral. Cerveza. Primero sientes el cosquilleo que se convierte en suave euforia, y luego el patadón desagradable te llega y las náuseas empiezan a brotar. Emula la experiencia de ver el nuevo giro desenfrenado de su proyecto del hombre solitario de Dios, que esta vez se enfoca en Billi Tillich (conocido como William Tell), interpretado por Oscar Isaac (fácilmente su mejor trabajo desde Inside Llewyn Davis), un hombre con pasado que solo gusta de envolver en sábanas sus lámparas de mesa y jugar un poco de poker.
Al principio, como suele ocurrir con el trabajo de Schrader (pero específicamente su excelente First Reformed, de 2017), el autor formalista de cine francés, Robert Bresson, es la influencia central en The Card Counter, principalmente en el rigor puritano al contar la historia y en las interpretaciones, pero también en cómo se atenaza con los desconcertantes y contradictorios aspectos de la moralidad.
Aunque por momentos parece como un filme directamente política acerca del legado de las incursiones mortales de los Estados Unidos en Oriente Medio, aquí resulta solo ser el contexto del sofocante deseo de redención de William. Y en sus modos zen, él ve la redención como una dualidad: debe salvar a otra persona además de sí mismo, y esa otra persona es el inflamable Cirk (Tye Sheridan).
- David Jenkins, Little White Lies