Las películas de Lars Von Trier tienden a polarizar al público. Te guste o no, una cosa es segura: sus filmes comunican una sensación de odio y depresión en un grado sorprendente. Su estilo es tan desafiante que no tiene miedo de abordar temas difíciles con respecto a la condición humana, como la salud mental, los problemas sociales, la misericordia y el sacrificio. Gran parte de sus obras pueden verse como posturas inquebrantablemente nihilistas sobre la humanidad. Dogville, por ejemplo, es una demostración de la absoluta misantropía del realizador danés; fue su declaración sobre la experiencia humana: sufrimos a lo largo de nuestras vidas y todos somos capaces de un verdadero mal. En sus propias palabras: “el mal puede surgir en cualquier lugar, siempre que la situación sea la apropiada”.
Uno de los temas explorados en el tramo más reciente de su filmografía es la depresión. Tres títulos conforman la llamada Trilogía de la depresión –Antichrist (2009), Melancholia (2011) y Nymphomaniac (2013)–, en la que examina la experiencia del ser en la lucha contra este hecho y la posterior aceptación.
Trad. EnFilme
Fuente: CinemaWizardBoy