Los clips de películas, especialmente de películas antiguas de Hollywood grandes y ordinarias, cobran gran importancia en el cine del director español Víctor Erice (nacido en 1940): de Boris Karloff en Frankenstein (1931) que aparece en El espíritu de la colmena (1973), a Basil Rathbone de The Scarlet Claw (1944), figura en el corto La Morte Rouge (2006), realizado por Erice como parte de una exposición del museo compartida con el difunto Abbas Kiarostami. En El Sur (1983), llega a inventar su propio pastiche exacto de un melodrama imaginario en blanco y negro, Flor en la sombra, que sus personajes centrales ven en una sala de cine local.
También en sus escritos líricos sobre cine, Erice persigue una reflexión cercana a la de muchos practicantes actuales del ensayo audiovisual. En 1989, sugirió que es “posible aislar una serie de escenas, de momentos privilegiados, que sintetizan la mejor parte de las películas que comprenden, y una vez descubierta, da la impresión de pasar un umbral, como si las imágenes revelaran las múltiples verdades de la vida”.
Para Erice, estas verdades de la vida están vinculadas, sobre todo, a la memoria: la rica memoria sensorial proustiana que se forma durante la infancia y la adolescencia, y a la que sus personajes adultos están prácticamente condenados a regresar, ya sea en una alegría entusiasta o (más a menudo) arrepentimiento melancólico. Aunque Erice ha hecho relativamente pocas películas desde la década de 1960, y se encontró bloqueado de realizar varios proyectos clave que preparó ampliamente, la coherencia poética de su trabajo es, sin embargo, impresionante. De película en película, imágenes similares, sonidos, situaciones, escenarios, así como un estado de ánimo inconfundible y preciso, se repiten atrapados en la misma red fascinante de memoria embrujada, así como lo evidencian Adrian Martin y Cristina Álvarez López en su notable videoensayo Haunted memory: the cinema of Víctor Erice.
Trad. EnFilme
Fuente: BFI