Revenge (2017), acertadamente titulada, pertenece a una larga y legendaria línea de películas de venganza por violación en la que una víctima ensangrentada busca justicia violenta contra quienes la perpetraron. Lo que distingue al thriller de la cineasta Coralie Fargeat, aunque no necesariamente la convierte en una experiencia novedosa, son un par de factores críticos. Primero, si bien la violencia se lleva a los extremos, nunca hay una parte del cuerpo seleccionada o una escena de tortura. La violencia llega rápida, crudamente, con la mente puesta en presentarla con tanta sangre y carne destruida como sea posible, derivada de una confrontación generalmente repentina con el resultado de derramar sangre y carne desgarrada, no ejecuciones planificadas con anticipación destinadas a prolongar sufrimiento. En segundo lugar, la víctima es una superviviente cuyos instintos se apoderan de ella cuando la dejan por muerta. Tiene cierto conocimiento de la autoconservación, cuya fuente no explora la película. Eso no es necesariamente nuevo, pero lo que distingue al personaje se remonta a la primera idea, que para ella el proceso no es metódico, sino simplemente sobre supervivencia y venganza de cualquier manera que pueda obtener. Ella no está interesada en hacer un punto o prolongar el sufrimiento de sus oponentes, o el suyo propio. Ella quiere que sus objetivos mueran.
This Guy Edits analiza una escena de Revenge, y demuestra cómo la dinámica de poder y el drama de la escena se transmiten casi de forma puramente visual, a través de la cinematografía y la edición.
Trad. EnFilme
Fuente: 8 Hours