Cuánto se ha discutido, hablando de la creación artística, sobre la validez o no de compilar referencias, ofrecer homenajes o, sencillamente, piratearse ideas al crear una obra personal. El gran director sueco, Ingmar Bergman, considerado casi unánimemente como uno de los mejores, más brillantes creadores de cine de la historia, llegó a decir que no solo es aceptable el incorporar ideas que otros autores previamente han postulado (ya sea a través de imágenes, de conceptos, también de discursos), sino que es recomendable por inevitable. Claro, lo que Bergman sugería no se trataba de una apología al plagio. Un verdadero autor (de cine, de literatura, incluso musical), observa, se permite ser tocado por la creación artística de algún colega, o de un artista de otra disciplina, lo absorbe y, después, lo incorpora a su propia expresión personalísima.
Este extraordinario trabajo de montaje que elaboró Candice Drouet para Canal+ sobre el filme Joker de Todd Phillips que tanta controversia causó por distintos motivos (su aproximación a la violencia, por ejemplo; su triunfo en el Festival de Venecia, también), que dividió a la crítica especializada, pero que habiendo surgido de la industria de cine norteamericana, logró aclamación por parte de muchos analistas serios, ganó premios en festivales y ceremonias, y además tuvo buenos resultados de taquilla, diseecciona varias de las secuenicas medulares del filme y rastrea el posible origen de esas imágenes. ¿Tenía Phillips incorporadas esas referencias ya en su persona y solo las recreó de forma incosciente, natural; o bien de forma deliberada buscó hacer que un variado repertorio de momentos que visualmente y en su discurso habían ya demostrado su valor y les preparó el contexto y el ambiente para que, también en su obra, surtieran efectos que ya habían acreditado?
Scorsese, Fincher, Noé, Lang, Kubrick, Burton...Véanlo y júzguenlo ustedes mismos: ¿experimentaron déjà vu al ver el filme?