Lo primero que la gente suele percibir acerca de Taxi Driver es lo hipnótico que resulta ser. El filme es un retrato pesadillesco de mitad de los setenta en Nueva York, con su feroz utilización de sombras, rojos vibrantes y vertiginosos movimientos de cámara. Martin Scorsese, el director del filme, ha explicado que la idea de Taxi Driver le surgió a partir de su sentir de que las películas frecuentemente se comportan como sueños o estados mentales inducidos por las drogas, que la sensibilidad hipnótica del filme opera como un intento de incubar al espectador la sensación de que se encuentra en una especie de limbo entre el sueño y la vigilia.
Sobre el proceso de escribir el guion, Paul Schrader (director por méritos propios, cuyo filme más reciente, El contador de cartas, se encuentra actualmente en cartelera), ha dicho que los diarios e intentos de asesinato de Arthur Bremer son parte de lo que inspiró la ambición destructiva de Travis (Robert De Niro), así como el libro Notas del subsuelo (1864) de Dostoievski, en el que un amargado y solitario narrador se expresa a partir de divagantes monólogos muy similares a las entradas del diario de Travis que vemos a lo largo del filme. Schrader llegó a declarar que lo que intentó hacer fue tomar al héroe existencial de los filmes europeos y colocarlo en un contexto estadounidense y, al hacerlo, el tema mismo se vuelve de naturaleza más juvenil. El protagonista padece una intensa angustia existencial pero es incapaz de reconocer la fuente de sus congojas, su mayor problema es no detectar la razón de su confusión y eso lo conduce a proyectar su aflicción de manera externa a través de manifestaciones de violencia brutal. De esas que, particularmente, son capaces los hombres con un ego herido, tratando de mostrar su distorsionado concepto de masculinidad.
Aquí pueden ver el ensayo visual narrado y editado por Patrick Fitzsimmons.
Trad. EF