Hirokazu Kore-eda es un convencido de la esperanza implícita en el devenir de la vida. Ha reiterado en su obra que mañana -con un poco de fortuna- todo puede llegar a prosperar.
En este filme, es preciso subrayarlo, están congregados todos los elementos idiosincrásicos del cine de Park Chan-wook, si bien de forma sublimada, más refinada, más templada, más contenida; más madura.
No es Bardo (o falsa crónica de unas cuantas verdades) ni la obra maestra que algunos quieren postular, ni el fiasco rotundo que otros desean sentenciar. Bardo conjura momentos geniales, otros de honda profundidad y unos más de una autocomplacencia feroz.
Si bien Mills ha confesado que la relación con su hijo sopló la inspiración central para el filme, también incidió en su construcción Alicia en las ciudades de Wim Wenders.