Reseña, crítica John Carter: Entre dos mundos - ENFILME.COM
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John Carter: Entre dos mundos
Publicado el 28 - Mar - 2012
 
 
En el caso de John Carter, el encuentro con los tharks (que son, cómo no, verdes y con cuatro brazos) y con su líder, Tars Tarkas (Willem Dafoe) es el inicio real de la aventura y punto clave para el desarrollo de la historia. - ENFILME.COM
 
por Julieta Navarrete

La adaptación al cine de Una princesa de Marte comenzó a considerarse desde 1931. Numerosas productoras y directores quisieron tener en sus manos el proyecto y, cuando pasa tanto tiempo para que por fin llegue a la pantalla, las expectativas son muy altas, especialmente si se considera que cuenta con un presupuesto excesivo y con un director cuyas películas han conmovido a todo el público. Para bien o para mal, Andrew Stanton (Buscando a Nemo, 2003;WALL-E, 2008) se declaró muchas veces fanático de las novelas sobre Marte de Edgar Rice Burroughs y aunque el resultado de su adaptación es en esencia entretenido, sus declaraciones se convierten en arma de dos filos al momento de poner en la balanza los resultados de John Carter.

Tras un inicio prometedor con todo lo que se espera de la ciencia ficción –naves espaciales, una guerra, vestuarios con su toque de extravagancia como introducción a Marte–la siguiente escena nos transporta de vuelta a la Tierra para conocer a John Carter (Kitsch) y adentrarnos en el misterio de su muerte y, posteriormente, las aventuras que marcaron el curso de su vida. A partir de ahí, el desarrollo del guión toma un curso un poco accidentado y también se siente innecesariamente largo. Si bien la personalidad de Carter, testarudo y solitario, nos queda muy clara, eso es solamente por las escenas y los diálogos que hasta cierto punto se vuelven repetitivos.

Una misteriosa cueva y un medallón son los portales a otro planeta: Marte. El escenario es conocido: desiertos interminables, arena y cúmulos que no parecen tener nada fuera de lo común. El rompimiento con lo conocido se da cuando, tras intentar dar los primeros pasos, el terrícola se enfrenta a su primera dificultad: no puede andar sin desafiar la gravedad, tiene que avanzar dando grandes saltos. 

Pero nada tan contundente para hacernos viajar a otro planeta que la presencia de una raza distinta, que no se parezca a nosotros en ningún sentido. En la larga tradición de películas de ciencia ficción, este es un elemento necesario; los ejemplos más conocidos e inmediatos los podemos tomar de Star Wars o de Avatar. En el caso de John Carter, el encuentro con los tharks (que son, cómo no, verdes y con cuatro brazos) y con su líder, Tars Tarkas (Willem Dafoe) es el inicio real de la aventura y punto clave para el desarrollo de la historia. Los tharks le dan toques de humor con detalles pequeños pero que se agradecen y también son el típico ejemplo de cómo debe explotarse el despliegue de una raza extraterrestre con físico, costumbres y cultura distintas a las nuestras.

Es en compañía de los tharks que John Carter conoce a la Princesa Dejah Thoris (Collins), que ha huido de una boda obligada que, supuestamente, detendrá la guerra que hay en el planeta, que por cierto se llama Barsoom, no Marte, como nosotros los terrícolas geocentristas pensábamos. Barsoom está siendo cruelmente conquistada por Sab Than (Dominic West), quien a su vez está siendo guiado y manipulado por Matai Shang (Mark Strong) y es ahí donde se forma un nudo en la historia que por más que se intenta parece no deshacerse nunca. El propósito maligno de Matai Shang no queda nunca bien justificado, no importa cuán poderosa resulte la presencia de Mark Strong en pantalla. Los guionistas quitan y dan importancia indiscriminadamente a hechos que por momentos parecen relevantes y luego son olvidados.

La historia no remonta hasta que, de la nada pero atinadamente, el conflicto se centra en las tribulaciones de la Princesa Dejah Toris y Carter pasa de ser renegado a héroe. La moraleja Disney se cumple, la historia de amor también, y se saca provecho del presupuesto con escenas de batalla, aunque más de la mitad de la película ya ha transcurrido cuando se da ese alzamiento.

El final es predecible en todos los sentidos, pero el producto estaba concebido así y ese no es el problema, sino todas esas expectativas mencionadas al principio. Andrew Stanton no desilusiona por completo, la película entretiene, Barsoom y Burroughs (que inspiraron a George Lucas y muchos otros escritores y directores que han manejado la ciencia ficción) después de mucho tiempo, por fin cobran vida, pero el material daba para lograr un producto más pulido. Si era necesario tomarse más tiempo para lograrlo, no hubiera sido un problema; Marte ya llevaba esperando desde 1931, un poco más no habría hecho daño.

 
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