Natalie Portman interpreta auna estrella del pop ficticia llamada Celeste, que debe lidiar con todas las implicaciones del éxito y la fama, así como los demonios del pasado y los obstáculos que se interponen al momento de revitalizar su carrera. Un aspecto importante y constante en el relato es la música que interpreta el personaje principal. Las canciones de Vox Lux fueron escritas por la superestrella del pop Siaespecíficamente para el filme, mientras que la partitura de la película fue elaborada por el cantante y compositor Scott Walker.
Suspiria (2018), la versión de Luca Guadagnino, se asemeja vagamente a la trama del original de 1977 dirigido por Dario Argento, pero la nueva propuesta esencialmente es una película completamente distinta que explora ambiciosamente una variedad de temas que oscila desde cómo afrontar la vida después de la guerra hasta la conformidad, pasando por la corrupción de quienes están en el poder, la autorrealización, el feminismo y lo oculto. Después de varias peticiones -constantes e insistentes- del director italiano, el músico y compositor británico, Thom Yorke, decidió asumir la responsabilidad de confeccionar la banda sonora del filme. Guadagnino sabía que el líder de Radiohead tenía todas las capacidades para comprender las cualidades hipnóticas y fascinantes de la banda sonora original de Goblin, deconstruirlas y hacerlas suyas mediante atmósferas que exploran lugares fríos y misteriosos.
Para subrayar la desesperación de Joe, Greenwood diseña ritmos obsesivos, sonidos melódicos de las cuerdas arropados con perturbadores sintetizadores. El integrante de Radiohead confecciona un estado incierto de cordura, atmósferas turbulentas y psicóticas congruentes con los caminos turbios y caóticos que transita el personaje.
Si bien el estilo visual de Wes Anderson ha sido la principal carta de presentación de su impresionante carrera, un elemento secundario -pero no menos importante- ha sido el uso de notables bandas sonoras y partituras en sus películas. El score de su más reciente filme, la animación en stop-motion titulada Isle of Dogs (2018), fue elaborado por el compositor francés, Alexandre Desplat, quien ha contribuido al trabajo de Anderson desde Fantastic Mr. Fox en 2009, y se ha convertido en un elemento crucial para la experiencia de ver una película del cineasta estadounidense.
Entre los muchos puntos fuertes de I, Tonya (2017) está su banda sonora, una mezcla de cortes retro que van desde “Romeo and Juliet”, de Dire Straits, hasta “Dream a Little”, de Doris Day, pasando por el clásico del pop-rock “Devil Woman”, de Cliff Richard. Además del incidente de 1994 que involucró a Nancy Kerrigan, la carrera de Harding es notable debido a sus logros pioneros, que incluyen ser la primera mujer estadounidense en conseguir un triple axel. La película también profundiza en las luchas de Harding como campeona de patinaje proveniente de una clase baja de la sociedad. En este sentido la banda sonora de I, Tonya está llena de ‘himnos’ de batalla para capturar la convicción de la protagonista.
Las composiciones de Alexandre Desplat desempeña un papel fundamental en la película, con temas musicales que funcionan para dar algunas vueltas tan sorprendentes como los acontecimientos del relato. Quizá una de las mejores piezas es “Elisa’s Theme”, que es asombrosamente bello: las flautas revolotean acompañando la melodía sutil que es conducida en gran parte por los sonidos del acordeón. Es un romanticismo antiguo, pasado de moda (de la mejor manera posible), deliciosamente fluido y reluciente. Un toque muy inusual viene en forma de silbido, interpretado por el propio compositor
Para Historia de fantasmas (A Ghost Story, 2017), el filme profundamente poético y existencial de David Lowery, el compositor Daniel Hart enfrentó un obstáculo: gran parte de la película -cuya duración es de 90 minutos- se desarrolla con muy pocos diálogos, escasas acciones, dejando grandes espacios de silencio para que él llene y sostenga el relato que aborda la enormidad del tiempo con preguntas sobre la reencarnación, el pasado, la memoria, la vida después de la muerte y los universos paralelos.
La música original es tan efectiva en la construcción del sentido de peligro impredecible del relato que incluso escucharla sin ver el filme es una experiencia que induce ansiedad. Lopatin experimenta con los sonidos y crea atmósferas que recuerdan la grandeza futurista de la banda sonora de Terminator de Brad Fiedel, las pesadas sombras de John Carpenter y los paisajes sintetizados malévolos de Alan Howarth, pero la densidad absoluta y la energía errática son todas propias de Lopatin, quien, en lugar de perseguir momentos de calma acentúa el estudio psicológico de los Safdie con su música de atmósferas hiperrealistas.
Call Me by Your Name (2017) ha sido uno de los filmes más queridos del circuito de festivales de este año (y probablemente también se convertirá en uno de los favorito de la temporada de premios), y la belleza de la película va más allá de las actuaciones en movimiento del elenco. El entorno italiano proporciona un magnífico telón de fondo para la película, que tiene lugar en 1983 y narra el romance de Elio (Timothée Chalamet), de 17 años, y Oliver (Armie Hammer), de 24 años. La película también tiene una banda sonora memorable y soñadora, que combina música clásica, canciones de Sufjan Stevens (incluidos dos nuevos temas) y éxitos reconocibles de los 80 (sobre todo, "Love My Way" de The Psychedelic Furs).
La banda sonora del thriller criminal Wind River (2017) es obra del cantante y compositor australiano, Nick Cave, y su colaborador habitual, el multiinstrumentalista Warren Ellis. Durante la última década, Cave y Ellis se han convertido en los músicos responsables de crear las atmósferas musicales poco sentimentales, ásperas y desesperanzadoras del oeste americano contemporáneo a través de partituras para The Proposition, The Assassination of Jesse James by Coward Robert Ford, The Road, Lawless y Hell or High Water.
La banda sonora de Atómica (Atomic Blonde, 2017), el thriller de espionaje protagonizado por Charlize Theron, cuenta con una notable y evocadora colección de canciones de la década de los ochenta que encaja muy bien con el despliegue de acción explosiva. Las olas musicales de los años ochenta (“Der Kommissar” de After The Fire; “I Ran So Far Away” de A Flock Of Seagulls), canciones clásicas del punk rock británico (“London Calling” de The Clash) y un toque alemán (“Major Tom” de Peter Tom Schilling y “99 Luftballons” de Nena) para ambientar el gris escenario de Berlín en la etapa final de la Guerra Fría, poco antes de la caída del muro.
El compositor estadounidense, Bear McCreary, combina perfectamente las atmósferas orquestales con los ritmos dinámicos del rock indie para acompañar las sutilezas y peculiaridades de esta comedia –romántica; a veces oscura– muy acorde con las incertidumbres y confusiones que vive la protagonista.
Una partitura que combina pasajes orquestales bastante tradicionales, incluyendo algunas secuencias de acción y horror aterciopeladas, con toques de jazz y blues, y un coro cantando en swahili. Las voces que escuchamos tienen la intención de representar a las almas de los esclavos u otras víctimas negras de la opresión que se comunican con Chris (Daniel Kaluuya), el protagonista del filme.
La banda sonora fue elaborada por Lesley Barber y acompaña perfectamente el tono sombrío y melancólico con sus arreglos de cuerdas y piano. La compositora canadiense se sintió atraída por una música a cappella después de leer el guión escrito por el director Kenneth Lonergan.
El compositor islandés, Jóhann Jóhannsson, mezcló elementos clásicos y vanguardistas para acompañar la historia de este encuentro entre humanos y alienígenas que busca resaltar los temas de la comunicación, el lenguaje, la percepción y la cooperación mutua. Jóhannsson trabajó con varios cantantes y conjuntos vocales, incluyendo Theatre of Voices, dirigido por Paul Hillier, y otros artistas como Robert Aiki Aubrey Lowe y Hildur Guðnadóttir. El álbum también incluye la canción “On the Nature of Daylight” de Max Richter (no incluida en esta lista de reproducción), que aparece al principio y al final de la película.