El pequeño Christopher Robin (Orton O'Brien) tuvo que decir adiós a la infancia cuando sus padres lo obligaron a asistir a un internado, enviándolo a un camino sinuoso que incluyo algunas tragedias, como su participación en el campo de batalla de la Segunda Guerra Mundial cuando era joven, aniquilando su capacidad de fantasía. Atrás quedaron Winnie-the-Pooh (voz de Jim Cummings) y la pandilla del Bosque de los Cien Acres, incluyendo Owl (Toby Jones), Tigger (Cummings), Eeyore (Brad Garrett), Rabbit (Peter Capaldi), Kanga (Sophie Okonedo) y Roo (Sara Sheen), viendo como su mejor amigo y líder los abandonaba para lidiar con la edad adulta. Ahora en sus treintas -con una esposa (Hayley Atwell) y una hija (Bronte Carmichael)-, Christopher (Ewan McGregor) está agobiado por problemas de trabajo, obligado a pasar un fin de semana de vacaciones soñando con un plan para evitar el despido de gran parte del personal en una fábrica de equipaje. Frustrado por no poder pasar tiempo con su familia, Christopher se sorprende con la llegada de Pooh, que ha llegado a Londres para encontrar a su viejo amigo y ayudarlo, aunque en un principio sólo le acarrea problemas.
A partir de un guion de Alex Ross Perry, Tom McCarthy y Allison Schroeder, el director Marc Forster (Finding Neverland, 2004; World War Z, 2013) retoma los elementos de la diversión inocente y alegre de la franquicia de animación tradicional, pero intenta agregarle una capa más melancólica y abatida -aunque sin llegar a un contundente tono sombrío y lúgubre- al mostrar cómo el corazón de Christopher se vuelve oscuro y duro conforme crece, evidenciando a un hombre ensimismado en su trabajo que paulatinamente se separa de las necesidades emocionales de su familia y del espíritu juguetón e imaginativo que solía ser. En Christopher Robin (2018), el Bosque de los Cien Acres es un lugar tempestuoso y nublado, que favorece la autenticidad sobre la fantasía. Christopher es un hombre quebrado enfrentado a decisiones difíciles sobre los medios de subsistencia de otros, tratando de encontrar una manera de salvar trabajos mientras el jefe sin escrúpulos (Mark Gatiss) mantiene la carga de los negocios sobre el protagonista, que olvidó cómo ser padre y esposo. La historia tiene lugar durante un largo fin de semana, pero los sentimientos corrosivos dentro de Christopher se han estado gestando durante años, mezclando la banalidad de la madurez con la crueldad del mundo aniquilando su imaginación. Forster y el director de fotografía Matthias Koenigswieser (All I See Is You, 2016) evitan, afortunadamente, el frenetismo con el que se desenvuelven varias películas familiares modernas; en cambio, optan por detenerse afectuosamente en la belleza de la naturaleza y la inmersión que viene literalmente siguiendo de espaldas a los personajes, la lente fisgoneando en sus vidas en movimiento. Hay un trasfondo existencial inevitable de una historia que sigue a un Christopher Robin de mediana edad y sus amigos antropomórficos aparentemente eternos de décadas atrás, y los realizadores lo abrazan con cariño para dejar en claro que, aunque los procedimientos son demasiado serios, el filme es -en última instancia- un asunto alegre, de bienestar y hasta cierto punto complaciente que provoca más sonrisas que lágrimas.
Fecha de estreno en México: 3 de agosto, 2018.