El 19 de marzo de 2010, los medios de comunicación dieron a conocer la muerte de dos sicarios, armados “hasta los dientes”, en la ciudad de Monterrey, Nuevo León. Días después, las autoridades admitieron que se trataba de Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Francisco Arredondo Verdugo, dos estudiantes de excelencia académica del Tecnológico de Monterrey (ITESM) que fueron acribillados en el fuego cruzado que se suscitó aquella noche entre grupos delictivos armados y el ejército mexicano. Las fuentes señalaron que los soldados sostuvieron un tiroteo con integrantes de un cartel de drogas y probablemente confundieron a los estudiantes con los hombres con los que habían estado luchando. Sin embargo, -en su afán por ocultar los turbios procedimientos y evidenciando la falta de coordinación, investigación y estrategias para una seguridad pública adecuada por parte del gobierno-, los militares alteraron la escena colocando armas junto a los cadáveres de los estudiantes e incluso intentaron desaparecer a los jóvenes en una fosa común.

Hasta los dientes (2018), dirigido por el documentalista Alberto Arnaut, comienza con la reconstrucción de fragmentos de las vidas de Jorge y Javier mediante una serie de entrevistas, cara a cara, con gente muy cercana a ellos. Mediante los recuerdos y las palabras de familiares y amigos, el espectador tiene una primera impresión de las víctimas: jóvenes estudiantes preparándose para cumplir sus objetivos bien definidos. Posteriormente, con un rigor asombroso y sin perder la brújula de su intención primordial -la búsqueda de verdad y justicia-, el director se centra en la investigación de los hechos tejiendo los diversos puntos de vista y contraponiéndolos con las declaraciones en los espacios informativos y las versiones oficiales de las autoridades. Un cineasta guiado por la rabia que ocasiona la impunidad y dejándose llevar por la visceralidad habría comenzado a introducir sus puntos de vista al interior del relato tratando de manipular las reacciones de la audiencia. Sin embargo, Arnaut, con pleno dominio de la situación, recurre a imágenes contundentes para evidenciar la forma en que actuó el ejército -y por lo tanto exhibir las contradicciones entre hechos y dichos del gobierno-. La cámara de vigilancia es un dispositivo que intrigantemente permite, mediante la grabación, documentar el espacio de forma realista y, mediante la reproducción, volver a presenciar -a partir de su códigos estéticos específicos- una experiencia vivida. Históricamente, los informes de noticias han sido un lugar común para ver imágenes de la cámara de vigilancia, lo que contribuye a familiarizarse con estas imágenes y la expectativa posterior de cómo entenderlas. Arnaut les saca provecho a estas condiciones para confirmar, en el metraje de la cámara de vigilancia, lo que el sociólogo y antropólogo Aaron Doyle denomina, en An Alternative Current in Surveillance and Control: Broadcasting Surveillance Footage of Crimes, “la inmediatez de las imágenes de eventos reales donde la crudeza, austeridad y granularidad del video de vigilancia llega a connotar la realidad”. Además de las cámaras de seguridad, el director recurre al material de archivo de los noticieros, las evidencias registradas en celulares de testigos, el macabro testimonio de un soldado que revela las tácticas del ejército para “exterminar malandros”, la retórica viciada sobre la lucha contra el narco, la política de silencio y negación del TEC, fotografías y breves secuencias de animación (inspiradas en planos arquitectónicos) para aspirar a recrear y comprender la verdad mediante un montaje pertinente que, sin caer en el didactismo, le otorga cadencia al desarrollo del relato. De esta manera, Hasta los dientes se erige como una especie de expediente abierto sobre un caso particular que -en términos de justicia- no ha obtenido respuesta, dejando un halo de desesperanza ante la impunidad y falta de seguridad que se vive a diario en este país.

Fecha de estreno en México: 7 de septiembre, 2018.

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