Situado en locaciones espeluznantes como una morgue o un manicomio abandonado, el filme narra la producción de un reality show llamado “Scare Campaign”, en el que se orquestan una serie de bromas pesadas (apariciones de fantasmas y muertos vivientes) para engañar y provocarle fuertes sustos a personas comunes y corrientes, quienes, una vez que se percatan de la realidad, saludan a la cámara de manera entusiasta. Sin embargo, a pesar del éxito que el programa televisivo ha tenido durante cinco años, la jefa de producción, Vicki (Sigrid Thornton), amenaza al equipo de creativos, encabezado por Marcus (Ian Meadows), con clausurar el proyecto debido al éxito que otros programas similares están teniendo debido a dos rasgos: su distribución en línea mediante videos virales y la verosimilitud de las sádicas y grotescas acciones que filman. En un último intento por no salir del aire y convencer a la productora, Marcus planifica todo a la perfección para el nuevo episodio, lo que no había contemplado es que la posible víctima (Josh Quong Tart) cuenta con un desequilibrio mental y un pasado muy oscuro.
Los hermanos Cameron y Colin Cairnes aparecieron en la escena internacional con su descarada y sangrienta comedia de horror 100 Bloody Acres (2012). Se trataba de un filme finamente editado, con una narrativa congruente, un guion extravagante y un diseño de producción increíblemente eficaz. Ellos demostraron ser una nueva, emocionante y prometedora voz del cine australiano. Con una historia mucho más oscura y un guion intrincado, los Cairnes crean Juego de terror (Scare Campaign, 2016), un filme que, siguiendo el funcionamiento y las dinámicas internas de un reality show, aspira a ser un slasher fresco e inteligente, además de lanzar un par de incisivos comentarios sociales en torno al sensacionalismo, el morbo y el voyerismo. Sin embargo, el filme se tambalea en la poca eficacia para construir el drama de los protagonistas; por supuesto, el gore juega un papel importante en la trama y es presentado de manera creativa, contundente y sangrienta, pero las capas emocionales (motivaciones y traumas de los personajes) que deberían reforzar el terror son mínimas. Una película como ésta exige un alto nivel de la suspensión de la incredulidad, y para un concepto de televisión de “realidad falsa” como Scare Campaign se necesita dotar de un alto poder de convencimiento cada espacio, situación y personaje; desafortunadamente, los escenarios realistas del antiguo sanatorio, por increíbles que sean, dificultan el concepto para lo que debería ser una historia mucho más contenida.
Fecha de estreno en México: 1 de septiembre, 2017.
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