Lily (Odessa Young), una joven de 18 años, comienza a narrar la historia de cómo un día, el pueblo donde ella vive –Salem-,  se volvió loco. Ella, junto a sus amigas: Em (Abra), Sarah (Suki Waterhouse) y Bex (Hari Nef) -una chica transgénero-, viven su día a día entre el colegio, los conflictos amorosos y los teléfonos móviles que guardan todas sus redes sociales –y por ende, su vida entera-. Durante una fiesta, en la que Lily pelea con su novio Mark (Bill Skarsgard), Marty (Noah Gavin) -el hacker de la escuela- recibe un mensaje anónimo que incluye un archivo adjunto con fotos comprometedoras del alcalde Bartlett (Cullen Moss) –un hombre con una política conservadora que quiere revocar los derechos de la comunidad LBGTQ-. La noticia se expande en cuestión de minutos gracias al internet, lo que obliga al hombre a dar una conferencia de prensa para explicar lo sucedido. Pero la situación del alcalde no es un caso aislado, ya que, al siguiente día, la cuenta del director Turrell (Coleman Domingo) también es hackeada y sus mensajes, fotografías e historial de navegación son expuestos ante el escrutinio público. Lily también oculta algo, ella mantiene una relación con un hombre casado al que tiene identificado en su teléfono como “Daddy” (Joel McHale), con quien comparte fotografías eróticas. En los días siguientes, la información de la mitad del pueblo es filtrada, incluida la de “Daddy”, por lo que la comunidad se entera de la relación que mantenía con Lily. La adolescente es condenada socialmente por sus actos: sus padres la desprecian, su novio la humilla y un grupo de hombres comienza a acosarla. Cuando algunos afectados por la difusión de la información secuestran a Marty, él jura que la persona que está detrás de todo es Lily, por lo que una horda de personas furiosas deciden que deben tomar la justicia en sus propias manos. Sin entender los motivos por los que la han culpado, Lily y sus amigas intentarán poner fin a la violencia que se ha desatado en el lugar.

Ubicada en Salem, Massachusetts, -en la época actual-, Nación asesina (Assassination Nation, 2018) inicia con una escena que advierte que lo que vas a ver está lleno de sexismo, masculinidad tóxica, homofobia, racismo, tortura, violencia y frágiles egos masculinos. Podría sonar como una declaración pretenciosa y claramente dirigida a un público femenino, pero el director Sam Levinson (Another Happy Day, 2011) logra construir una abrasiva sátira social sobre los cambios en una comunidad cuando la imagen ideal que se buscaba proyectar se cae en pedazos para revelar la verdadera naturaleza humana. Gracias a varias plataformas, grandes cambios sociales se han convertido en hechos; un ejemplo es Twitter, que jugó un rol importante en las manifestaciones durante la primavera árabe. Pero así como la unión de una comunidad se puede decantar hacia una acción positiva, también lo puede hacer hacia el otro extremo, convirtiéndose en un mecanismo listo para juzgar, desde el estilo de vida de otras personas hasta los actos que un tercero graba sin proporcionar contexto alguno a una imagen. En Nación asesina, la sociedad que condena nunca es vista de manera individual; los individuos que la conforman son esa masa que grita, aquella que juzga, la que se oculta detrás de máscaras que los hace imposibles de identificar. Este anonimato les permite actuar en consecuencia, dándoles cierta libertad para hacer lo que ellos deseen, logrando así que la multitud rebase el orden. En algún momento Lily cita una frase de Susan Sontag: “10 percent of any population is cruel, no matter what, and 10 percent is merciful, no matter what, and the remaining 80 percent can be moved in either direction”[El 10 por ciento de cualquier población es cruel, sin importar qué, y el 10 por ciento es misericordioso, sin importar qué, y el 80 por ciento restante se puede mover en cualquier dirección], para dejar claro cómo es que una sociedad en apariencia civilizada, puede tomar medidas tan drásticas como culpar a otros de errores propios. Levinson, que también se encarga de escribir el guion, hace patente la conducta liberal e independiente de las protagonistas femeninas. No vemos que exista un problema con que una de ellas tenga una identidad trans, ni observamos tabúes cuando hablan sobre sexo oral; cada una es consciente de la libertad de la otra y de su valía como mujer, lo que las hace muy similares al grupo encabezado por Zoë Bell en Death Proof (2007). La referencia al cine de Quentin Tarantino no se queda en la fuerza de sus mujeres, también en utilizar una película como: Stray Cat Rock: Delinquent Girl Boss (1970) -filme que el director retoma para vestir al grupo de chicas y dotarlas de una actitud ruda- para asentar el poder femenino en una sociedad –en el caso de Stray Cat son motociclistas- que en teoría está dominada por hombres. Los colores blancos, azules y rojos –símbolos patrióticos de Estados Unidos- son utilizados por el director de fotografía Marcell Rév (Hagen y yo, 2014) para contrastar las políticas conservadoras –reflejadas en adultos, cuya paleta de colores oscila entre distintas tonalidades ocres- con los hechos que se suscitan en una escena que rescata el subgénero del home invasion pero con un coreografiado plano secuencia. Nación asesina nos regresa a un macabro origen, a aquellos juicios ocurridos en 1692 en Salem donde las acusaciones eran imposibles de confirmarse. Y no hay algo que pueda ser más peligroso que los actos de violencia justificados por la confusión y la ignorancia.

Fecha de estreno en México: 12 de octubre, 2018.

Consulta horarios en: Cinépolis, Cinemex, Cineteca Nacional