Son los años 50, Edir Macedo (Enzo Barone), un pequeño niño, observa al otro lado de las vías del tren a un grupo de chiquillos jugando fútbol. Los niños son crueles, por lo tanto se burlan de una deformidad que Edir posee y lo llaman “deditos”. Derrotado tras una pelea por el insulto, el niño llega a casa y llora, su madre se acerca para consolarlo. A medida que Edir (José Victor Pires) crece, observamos la construcción de su entorno, una familia católica que busca recursos alternos cuando el asma de una de las hijas se agrava al punto de ser mortal. La cura de la hermana llega cuando escucha en el radio una ceremonia religiosa (muy al estilo de las misas góspel) y poco a poco se comienza a sentir mucho mejor. Esto lleva a que tanto Edir como su hermana frecuenten una iglesia cristiana y poco a poco incorporen a los integrantes de la familia. Es ahí donde Edir (Petrônio Gontijo) conoce a Ester Bezerra (Day Mesquita) y, después de un breve romance, contrae nupcias con ella. La vida en familia es compleja, pero son felices hasta que su segunda hija nace con labio leporino, lo que los deja desolados, pero, tras hacer una oración por la vida de su bebé, Edir Macedo decide que su misión en la vida es hablar de Dios con aquel que lo quiera escuchar.
El inicio de Nada que perder nos remite a las clásicas fórmulas del género biográfico, una madre le dice a su hijo que cuando crezca, él va a subir montañas, y el filme te muestra que eso es cierto: el hombre mueve masas que lo esperan fuera de la comisaría de Río de Janeiro, tras ser acusado de fraude y lavado de dinero. El director Alexandre Avancini (Oz Dez Mandamentos: O Filme, 2016) construye toda una apología acerca de un hombre que, incluso hoy en día, sigue siendo acusado por legitimación de capitales y algunas otras prácticas delictivas. Emílio Boechat y Stephen P. Lindsey confeccionan un guion basado en el libro -con el mismo nombre- de Douglas Tavolaro, donde hacen ver al fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios como un mártir que está dispuesto a defender sus ideales a cualquier costo, incluso cuando el gobierno brasileño –el villano de la historia- lo detiene para realizar las “injustas” investigaciones sobre la procedencia de su riqueza acumulada. Usualmente, las películas de propaganda –en este caso religiosa-, intentan influir al espectador desde un punto de vista parcial y sesgado, cintas como God’s Not Dead, The Remaining y Left Behind hablan incansablemente sobre el arrepentimiento como la única forma para una salvación eterna, pero Nada que perder no busca esto en absoluto, solo intenta mostrar –tal vez para una mayor exposición de su credo- la historia de un hombre que a través del sacrificio llega a ser famoso y amado por muchos. Si eso no fuese suficiente, cuando está por terminar se nos revela que este filme es solo la primera parte de su vida, y que esperemos con ansias la segunda parte de esta historia, y no, no es un chiste. Nada que perder es una película que nos muestra un inicuo tratamiento biográfico que busca elevar la figura de un hombre envuelto en la polémica.
Fecha de estreno en México: 10 de mayo, 2018.