Phil Philips (voz de Bill Barretta), un investigador privado, recorre las calles de Los Ángeles observando la discriminación que existe hacia sus semejantes. Los puppets son considerados ciudadanos de segunda clase y con frecuencia son intimidados por la gente que no tiene respeto alguno por ellos. Philips es un pesimista; probablemente de ahí su nombre, en honor a Philip Marlowe, el detective creado por Raymond Chandler que habita sus novelas noir. Después de formar parte del cuerpo policial, como el primer y último puppet en hacerlo, mantiene un perfil bajo y resuelve los casos que llegan a su oficina ubicada en una zona conflictiva de la ciudad. Sandra (voz de Dorien Davies), una atractiva bibliotecaria ninfómana, llega al despacho del agente en busca de ayuda debido a que una carta anónima la amenaza con revelar su conducta sexual compulsiva. Phil acepta el caso, por lo que se dirige a una tienda de pornografía donde está seguro de poder encontrar la primera pista. En el lugar se encuentra con Bumblypants (voz de Kevin Clash), un conejo que formó parte de la famosa serie televisiva noventera The Happytime Gang –que contará con una retransmisión y un total de 10 millones de dólares como pago a los actores que protagonizaron el show-. Mientras el investigador busca el registro de clientes en la parte trasera del lugar, un individuo enmascarado llega a la tienda y asesina al dueño, a un par de actores porno y a Bumblypants. Al darse cuenta de lo sucedido, Phil llama a la policía. La investigadora a cargo del caso es Connie Edwards (Melissa McCarthy), la antigua compañera de Phil y con quien ahora mantiene una rivalidad constante. Cuando Larry Shenanigans (voz de Victor Yerrid) -hermano de Philips y también protagonista del show de los noventa- muere siendo despedazado por una jauría, el detective privado decide hacer las paces con Connie y realizar una investigación en conjunto para dar con el asesino que intenta matar a los actores de la serie televisiva.

¿Quién mató a los Puppets?(The Happytime Murders, 2018) es un filme satírico dirigido por Brian Henson (Muppet Treasure Island, 1996) -hijo de Jim Henson, creador de los Muppets-, que se aleja del clásico tratamiento infantil –que por costumbre se le da a estos títeres- para brindar una sórdida y decadente visión de la ciudad de Los Ángeles. El guion, escrito por Todd Berger (It’s a Disaster, 2012; Cover Versions, 2018), retoma la estructura de las novelas noir y la compagina con aquel subgénero policiaco llamado buddy cop (donde los protagonistas tienen que dejar de lado sus personalidades opuestas para lograr resolver el crimen). Al inicio, la cinta maneja un tema contundente como lo es la segregación racial y lo mantiene inserto durante varios momentos de la primera parte, pero conforme avanza, el racismo sólo se refleja como parte del diálogo de algunos personajes secundarios que obedecen más a la imposición de una frase prefabricada que a la estructura dramática que impera en ese momento. La alusión al racismo en Estados Unidos logró, en el año de 1988, un mejor simbolismo con Who Framed Roger Rabbit, que mantiene un argumento similar, pero que logra hablar del confinamiento físico y mental –los personajes son obligados a vivir en un lugar llamado Toontown con el objetivo de no perturbar a los seres humanos- como un marcado eje divisor entre las clases sociales que imperan. Por momentos, el guion de ¿Quién mató a los puppets? también intenta explorar la decadencia social que existe en la industria del entretenimiento, permitiendo que observemos al grupo de actores que fueron famosos e importantes hace ya más de dos décadas como seres patéticos que se han sumido en las drogas –el azúcar es el símil de la heroína en el mundo puppet- o que simplemente esperan tener una nueva oportunidad para brillar. A pesar del esfuerzo por plasmar el declive emocional que esto genera, Berger no se toma el tiempo suficiente para destacar los oscuros recovecos dentro de la fama en Hollywood –como lo ha logrado la serie Bojack Horseman (2014)- e intenta resumirlo con afilados –pero esporádicos- diálogos que hablan sobre la cienciología, las cirugías estéticas, las deudas y los excesos. Una de las grandes cualidades del filme reside en la parte que acompaña los créditos finales, donde es posible observar el detrás de cámaras que detalla el monumental esfuerzo para llevar a cabo este proyecto fílmico: personas forradas de la cabeza a los pies con trajes color verde limón o recostadas en camas móviles que buscan darle un movimiento natural a las marionetas. El trabajo y esfuerzo que existe detrás de un proyecto como ¿Quién mató a los puppets? es innovador, pero su precisión técnica opaca la intención dialógica.

Fecha de estreno en México: 24 de agosto, 2018.

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